(Minirrelat antic, d'un d'aquells dies en que estàs tan tràgic com èpic.)
Con la hora y media que tiene, come de menú, luego sube a casa y se pone a escribir. Reconoce que tal vez nunca será uno de los grandes, y siente la palabra aspirante marcada con fuego en su piel como el distintivo de una ganadería. Pero aún así, sabe lo que SIENTE mientras escribe, y es ESO lo que hace que siga.
Trabaja de mozo en una empresa de traslados; ahora están con los fondos de una biblioteca importante. Se pasa el día cargando enciclopedias y periódicos viejos. Y tiene el cuerpo molido, sobretodo las manos, pero escribe. Escribe como si nada más importara. Y así ha sido siempre para él, por ESO merece la pena. Las palabras hierven en su cabeza; casi escucha su propia voz dictándole. Escribe a chorro y luego lo pule. Lo pule hasta que queda, más o menos, como lo había imaginado. Y no es fácil lograrlo. Pero ése es el reto. Los grandes esculpen… y dan vida; los mediocres se limitan a escribir el parte. Alguien dijo que no hay nada más triste que tener la sensibilidad y carecer del talento. Él lo sabe, y más de una vez pensó en abandonar, pero en el fondo lo necesita. Cuando logras que las palabras se alineen correctamente las calles arden y hay música, y el cielo se abre y las estrellas brillan más que nunca, y el inútil de tu jefe es alguien insignificante, y da igual que estés echando barriga, o que tu cama esté vacía, o que la vida misma te parezca un absurdo.
Por eso lo hace: porque en el fondo es un jodido romántico y ésa es su mejor, su única droga. Escribe y, como decía el viejo, hace que las palabras bailen. Y eso le da fuerzas para seguir plantándole cara a cada nuevo amanecer.
dilluns, 14 de juliol del 2008
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1 comentari:
Tener la sensibilidad y carecer del talento...
A escriure senyoret! Benvinguda intromisió la teua!
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