dimecres, 6 d’agost del 2008

escritura automática

Me senté frente al folio en blanco.
Aspiré profundamente, aguantando el aire unos segundos.
Cogí la pluma; la destapé.
Cerré los ojos y traté de vaciar mi mente de pensamientos superfluos.
Y cuando por fin creí que había llegado el momento, acerqué el plumín al papel... y esperé. Uno, dos, tres minutos.
Hasta que sucedió. Al principio fue un calorcillo en el cogote; pronto se convirtió en un cosquilleo cálido y juguetón que bajó por mi cuello hacia el hombro, para recorrer todo mi brazo, hasta inundar el interior de la mano con la que empuñaba la pluma… ¡que empezó a escribir sola!
Una, dos, tres, cuatro, cinco líneas, y se detuvo. El cosquilleo se desvaneció.
Entonces miré el resultado de mi primer contacto con la escritura automática:
dos docenas de huevos
chocolate para cocinar
un paquete de azúcar
margarina
preservativos

1 comentari:

¡LLUEVE REVOLUCIÓN! ha dit...

Saludos PoP! ¡te devuelvo la visita y entro por tu ventana!¡y no te quejarás, que lo hago con dos cervecitas bien frescas en la mano, hoy convido yo, jajaja!
Por cierto, yo también adoro a Antònia Font. Encantada y bonito espacio!

Besos POP colgados de una bola de discoteque!